En la vida todos hemos conocido personas que empiezan algo y lo dejan sin terminar. Inician una carrera universitaria y pasan por otras sin terminar; tienen relaciones personales que pareciera tienen un norte confuso, por ejemplo en el noviazgo, el matrimonio, amistad y en su relación con familiares; pasan de un trabajo a otro sin lograr establecerse o desarrollarse. En la iglesia ocurre lo mismo, con algunos que aceptan a Jesús como su Señor y después de un tiempo regresan atrás, o iniciar un liderazgo o ministerio y lo abandonan tiempo después. Estas personas pueden estar seguras de lo que quieren pero no necesariamente de cómo alcanzarlo, y cuánto están dispuestos a luchar para lograrlo. Esta es la diferencia de un seguidor y un discípulo.
Jesús dijo en Mateo 16:24 que cualquiera que quiera ser su discípulo tiene que estar dispuesto a negarse a sí mismo, en otras palabras, ser capaz de abandonar sus deseos personales o pasar por momentos de dificultad, que van a lograr sacar o quitar de nosotros lo que pone primero mis intereses para conseguir lo propuesto.
Un seguidor tiene un compromiso cambiante y en cualquier momento puede simplemente olvidar lo que se propuso; el discípulo se aferra a su compromiso y sale adelante sin importar lo que esto represente o cueste, porque tiene las herramientas, el carácter y el compromiso de hacerlo. Dios nos ha dado las herramientas para ser discípulos, como La Biblia, la oración, el ejemplo de otras personas, las experiencias pasadas, y por sobre todas las cosas su Espíritu Santo que nos guía y nos ayuda cada vez que le necesitamos, porque no estamos solos en esta lucha de ser discípulos; Él ha prometido que estará con nosotros todos los días. Entonces,
Los seguidores/as de Jesús priorizan según las circunstancias, los discípulos/as priorizan por Jesucristo porque saben que en Él esta la victoria espiritual !!