Pablo y Silas en la Cárcel – Reflexión

Para empezar esta historia Pablo y Silas se encontraban en la ciudad de Filipos en Macedonia haciendo la voluntad de Dios, siendo obedientes al Espíritu Santo (Hch 16:6-9). Pero sin embargo, estando en obediencia fueron azotados y encarcelados (Hch 16:23).

Muchas veces al hacer la voluntad de Dios, también nos vamos a encontrar en situaciones difíciles. Porque muchos piensan que por ser cristianos vamos estar libres de dificultades.
(Juan 16:33)

En medio de esta dificultad Pablo y Silas no se quejaron, sino oraban y cantaban himnos a Dios, y todos los presos los oían. De repente sobrevino un gran terremoto que sacudió los cimientos de la cárcel, abriendo las puertas y las cadenas (Hch 16:25-26).

De esta manera, esto nos enseña cómo la alabanza y la oración fueron armas poderosas en estos siervos obedientes.

Muchas veces las situaciones que pasamos, son pruebas que Dios permite para que el día de mañana podamos hablar la libertad de Cristo a otros. Ya que nuestras propias vidas van ser el testimonio que hablará por nosotros.

El testimonio de estos dos varones de Dios fue tan grande que impactó hasta la vida del carcelero. Tanto así, que al pensar que podía ser ejecutado por dejar escapar a los presos, intentó quitarse la vida (Hch 16:27). A lo que Pablo inmediatamente le dijo: “No te hagas ningún mal, pues todos estamos aquí” (Hechos 16:28).

Por lo tanto, este hombre sabía que ellos podían escapar, pero no lo hicieron. Este fue el testimonio que vio este carcelero en estos dos siervos de Dios, lo cual lo llevó a rendir su vida a Cristo, y estar seguro que ellos predicaban la verdad, debido que en ese preciso momento lo habían librado de quitarse la vida (Hch 16:29-31).

En conclusión, podemos decir que por nuestros testimonios podemos impactar la vida de otros para bien o para mal.

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